Arrugas, las normales (o eso quiero pensar yo). Patas de gallo y frente.
Manchas de sol, bastantes (porca miseria a la genética). La genética, la píldora que tomé dos años y mi sobre-exposición al sol cuando era una crédula adolescente.
¿Flacidez? Eso sí que no (toco madera). Se lo debo a mi afición a correr. Sí, a correr, eso que se hace con las piernas y por la calle, o en la cinta. Al spinning y a las clases de fitwalking que ofrecen en el gimnasio. En mi defensa diré que no es que sea ninguna súper woman, es que el correr engancha, y además, a mi me gusta comer, y así compenso.
Celulitis, superficial. O eso dice mi esteticista y yo prefiero creerla, porque la otra opción me agobia.
Kilos, bien, gracias. La verdad, es que siendo perfeccionista por naturaleza, podría decir que 3 menos y genial, pero no se trata de ponerse dura con una misma, y menos en público.
Casada, sin hijos (todavía) y feliz (casi siempre). Trabajo desde casa (soy freelance) y encima me gusta lo que hago (casi todos los días).
Y sobreviviendo al mundo que nos toca vivir.
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