Y hoy la he pillado en la terraza. Miedo me da que llegue la primavera y el calorcito y que la gata Lola quiera recorrer mundo en lo que le queda de vida y decida que los dominios de la casa se le están quedando cortos.
Lo que más gracia me hace es que a pesar de haber salido a la terraza, se ha quedado en el bordillo, ¿miedo a dar un paso más?
Me recuerda a su dueña, osea yo, que soy más bien del tipo atrevido-cauteloso. Del tipo me voy de viaje sola pero a las diez en el hotel que nunca se sabe lo que te puede pasar. Así que mi pobre gata Lola, ha salido, ha sentido el viento en los bigotes, ha mirado el panorama, se ha dejado sacar una foto de su momento estelar y se ha vuelto a meter corriendo en casa, no vaya a ser que coja un constipado gatuno.
Ahora, la pérfida gata Lola está tranquilamente durmiendo, apoyada en el sofá muy cerca del radiador (es también muy lista, como su dueña, y siempre se apropia de los mejores rincones), como si no hubiera roto un plato en su vida (cosa cierta). Si me acerco, me mirará con cara de "no me molestes, estoy con mi beauty-sleep".
Será la emoción de la tarde.
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