jueves, 4 de abril de 2013
Como un avestruz
Hay días en que hubieras querido no despertar, no salir de la cama, ni abrir los ojos. Días en que no sólo el cielo está nublado. Todo lo ves de color gris, casi negro.
Días en los que se te cae la tostada por el lado de la mantequilla, el autobús se te escapa por segundos, se te olvida el paraguas, y se te rompe una uña con la manicura recién pintada.
Esos son una clase de días, pero hay otros días aún más negros, en los que recibes una mala noticia, la llamada que no esperas.
Pues llevo cinco días de días negros, de un negro negrísimo, del más oscuro. Pero no todo el día es así. Son momentos, son ratos en los que no me calienta la luz del sol. También hay risas, unas pocas, alguna que otra sonrisa, algo que te anima a seguir adelante, a buscar una solución, seguir, seguir, otro día más, hasta que la pena se haga pequeñita y se vaya olvidando.
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